"Perder la memoria duele, no sé cómo, ni porqué,
pero duele".
Levantarte, trabajar, medio comer,
ver televisión, dormir, volver a levantarte, trabajar, medio comer y así, por
los siglos de los siglos. Con el amén en la boca, tan a flor de piel que se ha
hecho costumbre.
Error es pensar que nacimos en los
70´s, en los 80´s o en los 90´s, nacimos desde hace más de dos siglos, nacimos
con el mestizaje, con la evangelización, pero no lo recordamos y cómo cambiar
lo que no recordamos.
Nos debemos a nuestros padres,
abuelos y tatatarabuelos, nos debemos a los genes, a las imposiciones y las
herencias. Nos debemos al quiste de generaciones y generaciones, que dice:
“mereces lo que tienes”.
No somos todos, eres tú, soy yo.
El individuo sólo puede superarse a sí mismo, si la unidad no cambia, no cambia
nada.
Patria es sólo un sentido de
pertenencia, patria sólo es una palabra a la que nos acabamos por desgaste, que
quedó adornando los libros de historia, que a su vez, no son más que datos para
una prueba de primaria que a lo mucho te da un diez en papel. Y es que hablar
de historia es hablar de olvido, de lugares lejos, lejos de tiempos y de
conciencias. Nos volvimos autómatas, anárquicos y sin saberlo. (no todos, por
fortuna).
El mayor defecto es perder la
memoria, si la perdemos, perdemos todo, la dignidad, la coherencia, el orgullo,
la brújula, la vergüenza. Se puede perdonar, pero no se puede olvidar, el que
olvida está condenado a lo cíclico, a padecer el mismo dolor, a limpiar
traseros, a cortarse las piernas para siempre, a volverse débil; atentando
contra el principio de evolución, matando a los hijos que no ha tenido. Haces
mucho daño si te das el lujo de perder la memoria, si te preocupas por el hoy
tan inmediato, si devoras comiendo a llenar sólo hoy, si confundes terquedad
con justicia, si te es más fácil romper que reparar, si ignoras el dolor ajeno,
si zanjas tu propio bien y nada más, si crees en los
"estonovaacambiar"
o
en los "quésepuedehacer", haces daño, mucho daño con tan sólo existir. Perder
la memoria también es valerte madre, es ser indiferente, es hacer lo que
siempre haces. Nada.
Perder la memoria es uno de los
actos de egoísmo más soberbios que existen, y duele, duele mucho perder la
memoria, no sé cómo, ni porqué, pero duele, aún cuando no haya sido la propia.