05 septiembre, 2011

Solos


Despiertas, es temprano, en el cuarto hay luz, en el baño agua caliente y en el estómago hambre. Te levantas, te acuestas, el tiempo pasa. Gente va y viene, siempre va y viene, nadie se quedará a tu lado por mucho que lo quieras. La gente se va, hay de la que no vuelve, de la que un día desaparece y de la te acompaña por casualidades. Sí, casualidades.

La gente está de paso, tú también. Se acompañan, se impregnan, se viven, se penetran, se estigmatizan y simulan ser felices con la herida que causa la rutina. Se engañan, se vive mejor disimulando, como una anestesia que adormece el cuerpo y poco a poco al corazón.

La gente busca, y no sabe qué busca, pero busca buscar, un algo, un beso, una guarida, unos brazos, un cajón, todos buscan, y cansados de buscar se quedan con lo que mejor les acomode. He visto gente calzándose a la fuerza zapatos que no les corresponden y desangrarse los tobillos.

Es tan básica esta vida, que basta con asomarte bien bien allá afuera y ver que el día que viniste y viste luz, llegaste solo y llorando. ¿Qué te hace pensar que tienes que vivir acompañado? nadie se acuerda de ti, nadie te va a proveer de vida, ¿qué te hace pensar que el plan es encontrar a alguien? ¿a quién? aceptémoslo, estamos solos, no importa cuánto, dónde y con quién vivas, cuando se calle tu mundo, tú, sólo tú, cruzarás el río.

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