Despiertas,
es temprano, en el cuarto hay luz, en el baño agua caliente y en el estómago
hambre. Te levantas, te acuestas, el tiempo pasa. Gente va y viene, siempre va
y viene, nadie se quedará a tu lado por mucho que lo quieras. La gente se va,
hay de la que no vuelve, de la que un día desaparece y de la te acompaña por
casualidades. Sí, casualidades.
La
gente está de paso, tú también. Se acompañan, se impregnan, se viven, se
penetran, se estigmatizan y simulan ser felices con la herida que causa la
rutina. Se engañan, se vive mejor disimulando, como una anestesia que adormece
el cuerpo y poco a poco al corazón.
La
gente busca, y no sabe qué busca, pero busca buscar, un algo, un beso, una
guarida, unos brazos, un cajón, todos buscan, y cansados de buscar se quedan
con lo que mejor les acomode. He visto gente calzándose a la fuerza zapatos que
no les corresponden y desangrarse los tobillos.
Es
tan básica esta vida, que basta con asomarte bien bien allá afuera y ver que el
día que viniste y viste luz, llegaste solo y llorando. ¿Qué te hace pensar que
tienes que vivir acompañado? nadie se acuerda de ti, nadie te va a proveer de
vida, ¿qué te hace pensar que el plan es encontrar a alguien? ¿a quién?
aceptémoslo, estamos solos, no importa cuánto, dónde y con quién vivas, cuando se
calle tu mundo, tú, sólo tú, cruzarás el río.
Chuchito, muy bonito. Es una joya esta reflexión.
ResponderEliminarAtte.
Julio
Gracias carnal, por darte el tiempo de escribir. Un abrazo.
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