05 septiembre, 2011

Nimiedades


Hay momentos, pequeños momentos, casi diminutos, que te cambian la vida.
Y no hablo de momentos como lo son los cumpleaños o como las celebraciones de vida, graduaciones, aniversarios y todas esas cosas que nos empeñamos por pagarles peaje al futuro para que de alguna manera nos aseguremos que mañana tendremos motivos.

No, no hablo de esos momentos. Hablo de los que no tienen fecha en la memoria, de los que no se celebran con un pastel ni se vuelven efemérides.

Un regaño, un raspón de rodillas, una quemada, un beso, una mano en la entrepierna, un susto, un diagnóstico, un quebrada de hueso o de corazón, una verdad revelada, una palabra maldicha y bien puesta, una adolescencia, una canción, un golpe de suerte, un lugar preciso, un colchón.

Tantas veces te ha cambiado la vida y no te das cuenta, sigues pensando que lo importante vas recordarlo siempre, y lo realmente importante es eso, que sin saberlo, un día descubres cuánto te importaba.

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