05 septiembre, 2011

El Ventrílocuo

Aquella tarde en el camerino, el ventrílocuo y su muñeco Cascarito tuvieron una discusión muy acalorada. El tema, Cascarito quería su independencia, el ventrílocuo se negaba a dársela; en su defensa argumentaba: “¿De qué voy a vivir si ya no trabajo contigo?” Cascarito muy ecuánime le respondía: “Anda, no seas necio, puedes dedicarte a otra cosa, vender libros, ser guardia de seguridad, velador, ¡qué sé yo!” El ventrílocuo, enojado por la postura del muñeco salió del camerino, consideraba que la displicencia de Cascarito había llegado demasiado lejos. Y enfundado en su orgullo se prometió que esta vez no sería él quien iba a ceder, esta vez esperaría a que fuera el mismo Cascarito el que se diera cuenta de su error y lo llamara. Cascarito nunca llamó.

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