Aquella
tarde en el camerino, el ventrílocuo y su muñeco Cascarito tuvieron una
discusión muy acalorada. El tema, Cascarito quería su independencia, el ventrílocuo se
negaba a dársela; en su defensa argumentaba: “¿De qué voy a vivir si ya no trabajo contigo?” Cascarito muy
ecuánime le respondía: “Anda, no seas
necio, puedes dedicarte a otra cosa, vender libros, ser guardia de seguridad,
velador, ¡qué sé yo!” El ventrílocuo, enojado por la postura del muñeco salió del
camerino, consideraba que la displicencia de Cascarito había llegado demasiado
lejos. Y enfundado en su orgullo se prometió que esta vez no sería él quien iba
a ceder, esta vez esperaría a que fuera el mismo Cascarito el que se diera
cuenta de su error y lo llamara. Cascarito nunca llamó.
El clásico tono de fax Bunburyano...
ResponderEliminarPlop!